Para comenzar,
nos preguntamos qué es la Formación Permanente del Profesorado (FPP). Según la
Orden EDU/2886/2011, de 20 de octubre, la Formación Permanente del Profesorado
es el conjunto de actividades formativas dirigidas a mejorar la preparación
científica, técnica, didáctica y profesional del profesorado y de todos
aquellos que desarrollan su labor docente o especializada en los centros que
imparten las enseñanzas reguladas en la Ley Orgánica 2/2006, de Educación, o en
los Servicios Técnicos de Educación. Como la sociedad está en continuo cambio,
los docentes necesitan una formación continua para poder mejorar la calidad de
su enseñanza. De hecho, la formación permanente del profesorado está
considerada “un derecho y una obligación de todo el profesorado” (Artículo 102,
LOE/LOMCE). Además, se considera una responsabilidad de la Administración
Educativa y de los propios centros.
Aparece así el
Plan Andaluz de Formación del Profesorado, documento que establece las cinco
líneas estratégicas de actuación. La primera línea está orientada a la mejora
de las prácticas educativas, el rendimiento y el éxito educativo. En esta línea
entra en juego la integración y la adquisición de las competencias claves como
el uso de las TIC, el fomento del plurilingüismo, la convivencia e igualdad de
género, la atención a la diversidad, la cultura de emprendimiento…
En cuanto a la
segunda línea, se entiende la formación del profesorado como factor clave para
el perfeccionamiento continuo y la capacitación profesional docente. En esta
línea distinguimos entre formación para las competencias comunes y formación
para las competencias específicas. Esta distinción se debe a que, por ejemplo,
un director no va a necesitar la misma formación que un profesor de tutoría.
La tercera línea
es la impulsora del conocimiento compartido y producido en los centros
educativos, la investigación y la innovación educativa y las buenas prácticas.
Es decir, todo lo que tiene que ver con la investigación educativa, el trabajo
colaborativo del profesor, la investigación, trabajar en grupo… En definitiva,
las actividades que tienen que ver con los programas para la innovación.
La cuarta línea
tiene que ver con la comunidad educativa, es decir, con la familia y el
entorno. Por eso se titula “apoyo a la progresiva formación de los centros
educativos en entornos colaborativos de aprendizaje y formación en los que
participan todos los miembros de la comunidad educativa”.
Por último, la
quinta línea es la necesidad de conectar la educación con la realidad
productiva y el empleo. Es por eso que se considera una formación dirigida a
las actividades que tienen que ver con la Formación Profesional, las Enseñanzas
Artísticas, las Enseñanzas Oficiales de Idiomas y la Educación Permanente.
La formación del
profesorado es una necesidad colectiva del centro, por lo que será este la
unidad básica de formación. Es fundamental saber que para poder formarse hay
que estar inscrito en el Seneca, pues es un sistema que sostiene la Junta de
Andalucía. Además, estas formaciones son certificadas cuando se asiste al menos
al 80% de las sesiones.
Finalmente,
sería conveniente saber que la Orden EDU/2886/2011, de 20 de octubre, por la
que se regula la convocatoria, reconocimiento, certificación y registro de las
actividades de formación permanente del profesorado distingue cinco modalidades
básicas formativas: cursos, seminarios, grupos de trabajo, proyectos de formación
en centros y congresos. En cuanto a la forma de participación, el BOE señala
que pueden ser diversas: tanto actividades presenciales como actividades en red
o mixtas (se combinan fases presenciales y fases en red).
Personalmente,
me parece bastante importante y necesaria la formación permanente del
profesorado pues permite mejorar las competencias profesionales de los
docentes. Con estas formaciones, el profesorado adquiere una renovación
pedagógica y conocimientos actualizados de innovación educativa. Por tanto, no
sólo beneficia al conocimiento del docente, sino que se garantiza la mejora
educativa.
Las aulas son el
reflejo de la sociedad y como la sociedad está en continua transformación, las
aulas también. La forma de aprender va cambiando constantemente. Por ejemplo,
no es igual mi forma de aprender que la forma de aprender que tuvieron mis
padres hace años. Por esta razón es necesaria la formación permanente del
profesorado, pues permite a los docentes adaptarse a los cambios y contextos de
la realidad actual. Por ejemplo, actualmente se apuesta por la incorporación de
las TIC en las aulas. En este caso, sería necesaria la formación de los
docentes en el desarrollo de la competencia digital. Igualmente, cada vez son
más los centros bilingües en los que se necesitan docentes que estén formados
en lenguas extranjeras, ya sea profesor/a de matemáticas, lengua, historia,
física y química… Por todo esto y más, un docente debe estar en continua
formación.
Tengo bastante
claro que el día que realice las oposiciones y consiga ser docente, realizaré
todas las formaciones que pueda. El hecho de adquirir conocimientos nuevos, de
sumar certificados y puntos para el curriculum vitae, de prepararme
profesionalmente… me hace crecer como persona. Creo que es
super necesario tener motivación e ímpetu personal que te cree esa necesidad de
formarte constantemente. Un docente que no tiene empeño por actualizarse, por
adaptarse al aprendizaje de sus alumnos ni por mejorar la calidad de su
enseñanza (es decir, un docente apático) evidentemente no se formará.
En mi caso,
sucede todo lo contrario. Cada vez que puedo y hay algún curso a mi alcance que me interesa y
que creo que pueda beneficiarme, lo realizo. Siempre pienso que toda formación
que se pueda realizar, es bienvenida pues permiten, desde mi punto de vista,
desarrollarme como persona. Por ejemplo, en mayo del año pasado tuve la
oportunidad de participar en la IV Formación de las Jornadas FLE “Innovations
pédagogiques en FLE” (en español: “innovaciones pedagógicas en francés como
lengua extranjera”). Estas jornadas fueron maravillosas. Aprendí muchísimas
actividades y juegos que podré llevar a cabo en el segundo periodo de mis
prácticas, al igual que las aprendidas en el Máster. Fue una formación bastante
enriquecedora para mí como futura docente. Por ello, me pregunto cómo puede
haber profesores y profesoras que ignoren las numerosas formaciones a las que
tienen acceso de manera gratuita. Sinceramente, no lo entiendo. Pienso que la
formación permanente del profesorado debería de ser más bien una obligación
para todo docente.
Referencias
bibliográficas
Ley Orgánica
2/2006, de 3 de mayo, de Educación. Boletín Oficial del Estado, 106, de 4 de
mayo de 2006, 1 a 110. Recuperado de https://www.boe.es/buscar/pdf/2006/BOE-A-2006-7899-consolidado.pdf
Orden de 31 de
julio de 2014, por la que se aprueba el III Plan Andaluz de Formación
Permanente del Profesorado. Boletín Oficial de la Junta de Andalucía, 170, de 2
de septiembre de 2014, 1 a 117. Recuperado de https://www.juntadeandalucia.es/boja/2014/170/BOJA14-170-00117.pdf
Orden
EDU/2886/2011, de 20 de octubre, por la que se regula la convocatoria,
reconocimiento, certificación y registro de las actividades de formación
permanente del profesorado. Boletín Oficial del Estado, 260, de 28 de octubre
de 2011, 112341 a 112361. Recuperado de https://www.boe.es/boe/dias/2011/10/28/pdfs/BOE-A-2011-16923.pdf
Trigo Ibáñez, E. y Rodríguez Blázquez, I. [Asesorías Puerto Real]. (17 de febrero de 2019). La formación permanente del profesorado [Archivo de vídeo]. Recuperado de https://www.youtube.com/watch?v=x5SLPeHPJ2k&feature=youtu.be