jueves, 5 de marzo de 2020

Formación Permanente del Profesorado

Para comenzar, nos preguntamos qué es la Formación Permanente del Profesorado (FPP). Según la Orden EDU/2886/2011, de 20 de octubre, la Formación Permanente del Profesorado es el conjunto de actividades formativas dirigidas a mejorar la preparación científica, técnica, didáctica y profesional del profesorado y de todos aquellos que desarrollan su labor docente o especializada en los centros que imparten las enseñanzas reguladas en la Ley Orgánica 2/2006, de Educación, o en los Servicios Técnicos de Educación. Como la sociedad está en continuo cambio, los docentes necesitan una formación continua para poder mejorar la calidad de su enseñanza. De hecho, la formación permanente del profesorado está considerada “un derecho y una obligación de todo el profesorado” (Artículo 102, LOE/LOMCE). Además, se considera una responsabilidad de la Administración Educativa y de los propios centros.

Aparece así el Plan Andaluz de Formación del Profesorado, documento que establece las cinco líneas estratégicas de actuación. La primera línea está orientada a la mejora de las prácticas educativas, el rendimiento y el éxito educativo. En esta línea entra en juego la integración y la adquisición de las competencias claves como el uso de las TIC, el fomento del plurilingüismo, la convivencia e igualdad de género, la atención a la diversidad, la cultura de emprendimiento…

En cuanto a la segunda línea, se entiende la formación del profesorado como factor clave para el perfeccionamiento continuo y la capacitación profesional docente. En esta línea distinguimos entre formación para las competencias comunes y formación para las competencias específicas. Esta distinción se debe a que, por ejemplo, un director no va a necesitar la misma formación que un profesor de tutoría.

La tercera línea es la impulsora del conocimiento compartido y producido en los centros educativos, la investigación y la innovación educativa y las buenas prácticas. Es decir, todo lo que tiene que ver con la investigación educativa, el trabajo colaborativo del profesor, la investigación, trabajar en grupo… En definitiva, las actividades que tienen que ver con los programas para la innovación.

La cuarta línea tiene que ver con la comunidad educativa, es decir, con la familia y el entorno. Por eso se titula “apoyo a la progresiva formación de los centros educativos en entornos colaborativos de aprendizaje y formación en los que participan todos los miembros de la comunidad educativa”.

Por último, la quinta línea es la necesidad de conectar la educación con la realidad productiva y el empleo. Es por eso que se considera una formación dirigida a las actividades que tienen que ver con la Formación Profesional, las Enseñanzas Artísticas, las Enseñanzas Oficiales de Idiomas y la Educación Permanente.

La formación del profesorado es una necesidad colectiva del centro, por lo que será este la unidad básica de formación. Es fundamental saber que para poder formarse hay que estar inscrito en el Seneca, pues es un sistema que sostiene la Junta de Andalucía. Además, estas formaciones son certificadas cuando se asiste al menos al 80% de las sesiones.

Finalmente, sería conveniente saber que la Orden EDU/2886/2011, de 20 de octubre, por la que se regula la convocatoria, reconocimiento, certificación y registro de las actividades de formación permanente del profesorado distingue cinco modalidades básicas formativas: cursos, seminarios, grupos de trabajo, proyectos de formación en centros y congresos. En cuanto a la forma de participación, el BOE señala que pueden ser diversas: tanto actividades presenciales como actividades en red o mixtas (se combinan fases presenciales y fases en red).

Personalmente, me parece bastante importante y necesaria la formación permanente del profesorado pues permite mejorar las competencias profesionales de los docentes. Con estas formaciones, el profesorado adquiere una renovación pedagógica y conocimientos actualizados de innovación educativa. Por tanto, no sólo beneficia al conocimiento del docente, sino que se garantiza la mejora educativa.

Las aulas son el reflejo de la sociedad y como la sociedad está en continua transformación, las aulas también. La forma de aprender va cambiando constantemente. Por ejemplo, no es igual mi forma de aprender que la forma de aprender que tuvieron mis padres hace años. Por esta razón es necesaria la formación permanente del profesorado, pues permite a los docentes adaptarse a los cambios y contextos de la realidad actual. Por ejemplo, actualmente se apuesta por la incorporación de las TIC en las aulas. En este caso, sería necesaria la formación de los docentes en el desarrollo de la competencia digital. Igualmente, cada vez son más los centros bilingües en los que se necesitan docentes que estén formados en lenguas extranjeras, ya sea profesor/a de matemáticas, lengua, historia, física y química… Por todo esto y más, un docente debe estar en continua formación.

Tengo bastante claro que el día que realice las oposiciones y consiga ser docente, realizaré todas las formaciones que pueda. El hecho de adquirir conocimientos nuevos, de sumar certificados y puntos para el curriculum vitae, de prepararme profesionalmente… me hace crecer como persona. Creo que es super necesario tener motivación e ímpetu personal que te cree esa necesidad de formarte constantemente. Un docente que no tiene empeño por actualizarse, por adaptarse al aprendizaje de sus alumnos ni por mejorar la calidad de su enseñanza (es decir, un docente apático) evidentemente no se formará.

En mi caso, sucede todo lo contrario. Cada vez que puedo y hay algún curso a mi alcance que me interesa y que creo que pueda beneficiarme, lo realizo. Siempre pienso que toda formación que se pueda realizar, es bienvenida pues permiten, desde mi punto de vista, desarrollarme como persona. Por ejemplo, en mayo del año pasado tuve la oportunidad de participar en la IV Formación de las Jornadas FLE “Innovations pédagogiques en FLE” (en español: “innovaciones pedagógicas en francés como lengua extranjera”). Estas jornadas fueron maravillosas. Aprendí muchísimas actividades y juegos que podré llevar a cabo en el segundo periodo de mis prácticas, al igual que las aprendidas en el Máster. Fue una formación bastante enriquecedora para mí como futura docente. Por ello, me pregunto cómo puede haber profesores y profesoras que ignoren las numerosas formaciones a las que tienen acceso de manera gratuita. Sinceramente, no lo entiendo. Pienso que la formación permanente del profesorado debería de ser más bien una obligación para todo docente.


Referencias bibliográficas
Ley Orgánica 2/2006, de 3 de mayo, de Educación. Boletín Oficial del Estado, 106, de 4 de mayo de 2006, 1 a 110. Recuperado de https://www.boe.es/buscar/pdf/2006/BOE-A-2006-7899-consolidado.pdf

Orden de 31 de julio de 2014, por la que se aprueba el III Plan Andaluz de Formación Permanente del Profesorado. Boletín Oficial de la Junta de Andalucía, 170, de 2 de septiembre de 2014, 1 a 117. Recuperado de https://www.juntadeandalucia.es/boja/2014/170/BOJA14-170-00117.pdf

Orden EDU/2886/2011, de 20 de octubre, por la que se regula la convocatoria, reconocimiento, certificación y registro de las actividades de formación permanente del profesorado. Boletín Oficial del Estado, 260, de 28 de octubre de 2011, 112341 a 112361. Recuperado de https://www.boe.es/boe/dias/2011/10/28/pdfs/BOE-A-2011-16923.pdf

Trigo Ibáñez, E. y Rodríguez Blázquez, I. [Asesorías Puerto Real]. (17 de febrero de 2019). La formación permanente del profesorado [Archivo de vídeo]. Recuperado de https://www.youtube.com/watch?v=x5SLPeHPJ2k&feature=youtu.be

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